sábado, 27 de octubre de 2018

Encuentro con el escritor Antonio Francisco Martínez


El pasado miércoles, 24 de octubre, con motivo del Día Internacional de la Biblioteca Escolar, los alumnos y alumnas de segundo y tercer ciclo del CEIP Ciudad de Baza, tuvieron la oportunidad de conocer al escritor bastetano Antonio Francisco Martínez, con quien compartieron la jornada de mañana y disfrutaron de sus relatos.
De una manera cercana y entrañable, les habló de su afición por la escritura, por qué y cómo comenzó a escribir cuentos, leyendas…, hasta acabar escribiendo su libro.





Para acabar, hizo a todo el Centro el regalo más bonito que pueda hacer un escritor: La leyenda del CEIP Ciudad de Baza.

LA LEYENDA DEL ALMENDRO DEL COLEGIO CIUDAD DE BAZA
                                                   por Antonio Francisco Martínez López

 
Hace mucho mucho tiempo, casi cincuenta años, había una familia que vivía en las afueras de Baza, en la conocida como Huerta de la Tamasca. El padre, llamado Juan, era militar de profesión y lo destinaron a la zona del Sahara, que en aquel tiempo era una colonia española. Debido a esto, él, su mujer Piedad y sus tres hijos debieron irse a vivir a África, sin saber si algún día podrían volver. Pero antes de marcharse, la familia entera plantó una rama de almendro en la esquina de uno de los bancales de la huerta, para que perdurase allí una muestra de su cariño por su tierra. Junto con el agua de un cubo, también regaron la tierra las lágrimas de la familia por tener que marcharse.
Un par de años después, en el año 1971, donde estaba la huerta de la familia de Juan y Piedad, empezaron a construir un centro escolar, que hoy día es el Colegio Ciudad de Baza.
Por su parte, a la familia bastetana no le resultó fácil adaptarse a las condiciones de vida en el Sáhara. Eran muy diferentes la cultura y la gente, por no hablar del gran cambio respecto al clima. Y aunque poco a poco fueron integrándose en su nueva vida africana, todos los días tenían muy presente a su tierra bastetana. Hasta que un día, cuando habían ahorrado suficiente para el viaje, aprovecharon la época de vacaciones para volver a Baza. Si emocionante fue reencontrarse con familia, amigos y las calles de su ciudad, resultó más conmovedor aún comprobar como, a pesar de la construcción del colegio, el almendro que plantaron había sobrevivido y se elevaba grande y hermoso junto a uno de los muros exteriores del colegio. Cuenta la leyenda que la familia entera rodeó al árbol, abrazándolo, y que cuando lloraron llevados por la emoción, sus lágrimas cayeron a tierra haciendo que del almendro brotaran flores preciosas que lo cubrieron del todo.
Antes de volver a marcharse, quién sabe si para siempre, Juan, el padre, arrancó una ramita para llevársela al Sahara, donde la plantó en un macetero. A pesar de unas condiciones meteorológicas pocos adecuadas, el almendro bastetano agarró y sobrevivió a la aventura africana.
Con el paso de los años murieron el padre y la madre, mientras que dos de los hijos hicieron sus vidas en aquellas tierras y formaron allí sus familias. Sin embargo, la hija más pequeña, que se llamaba Dunia, que había estudiado Magisterio y que era una gran maestra, pudo volver a Baza porque obtuvo destino...en el Colegio Ciudad de Baza. Dunia volvió con una rama del almendro que su padre había plantado en el Sáhara, y también con una pequeña palmera en recuerdo de la tierra que la había acogido durante tantos años. Era mediados del mes de febrero cuando regresó, y lo primero que hizo fue visitar el almendro de su familia. Inevitablemente lloró recordando a sus seres queridos, y de inmediato el árbol floreció de la forma más maravillosa que jamás lo había hecho.
Cuenta la leyenda que el almendro del Colegio Ciudad de Baza florecerá cada vez que se viertan junto a él lágrimas de amor, cariño y nostalgia.